...los editores mexicanos de principios de siglo veinte tal vez no tuvieron razón al creer que un día dejaríamos de leer tonterías...
Y esa frase fue escrita hace aproximadamente unos tres años. Es parte de un par de páginas escritas como conclusión o reflexión (no recuerdo bien) sobre la historia del diseño gráfico en México, esto permaneció perdido en un cajón junto con algunos otros apuntes similares hasta ayer.
Ayer fue cuando recordé después de mucho mucho tiempo, (en realidad demasiado) por que demonios había estudiado Diseño y Comunicación Visual y que era lo que estaba haciendo actualmente con eso y pues nada resulta que no estoy haciendo nada y si estudié diseño por que es apasionante, lo que menos siento ahora es pasión.
Mensaje, estructura, historia, lenguaje, código, comunicación, metodología, todo, todo lo que da esa disciplina en su parte mas profunda es lo que me enamoró de ella, pero eso no lo sabía yo cuando llegué allí, por que lo único que podía ver era la punta del iceberg, las revistas, el diseño comercial, publicidad... y bueno hay cosas tan pero tan buenas en la punta que pues fácilmente te enamoras, pero después amas de verdad cuando al sumergirte bajo el agua te das cuenta de que las posibilidades son infinitas y que la estructura es tan grande y compleja que no te alcanzaría una vida para comprenderla y mucho menos cuando te das cuenta de que se ha desprendido de algo mucho mas grande.
Y cuando vuelves a la superficie te das cuenta que no haces nada, los tres puntos donde radica la felicidad estan, primero en la punta del iceberg donde brilla el sol, donde puedes ver, lo mas deslumbrante, las mejores galas del diseño pero que hacia abajo como en un pozo va perdiendo brillo. Segundo en la isla que se ve en el horizonte una mole blanca de donde originalmente salió el gigante de hielo en el que viajas y finalmente el fondo debajo del agua justo de bajo de tus patas de pingüino donde conociste el amor. Llegar a cualquiera de los tres puntos me parece casi imposible.
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Parece que ni siquiera hay algo que ver al rededor... Pequeño e insignificante |
No voy a entrar en detalles sobre la vida y el clima en la Antártida, pero solo hay dos opciones, si dos, bueno tres, eres Scott o Amundsen, victoria o derrota, suerte o infortunio, pero siendo Scott puedes elegir entre vivir o morir, como es que vas a asimilar tu derrota e infortunio y es allí entre esas dos opciones que se empieza a abrir un abanico de posibilidades.
Yo soy Scott, pero a diferencia de el yo no moriré de derrota. Y aqui estoy en la superficie en la parte baja del iceberg en lo menos reluciente, viendo a intervalos la cima, el fondo y la isla de origen, sin saber que hacer, lo unico que se es que no moriré de derrota no es una opción, no cuando ya has amado, no sin haber intentado llegar y aun tras llegar a la meta y no encontrar lo que busco seguro que al norte tiene que haber algo mejor.
Ayer esa frase me hizo recordar quien soy...
No tengo la suerte de Amundsen pero tengo el espíritu de Scott.